La rutina.

Parar el mundo cuando note el vértigo de tu compañía.
Quemar la soledad con la llama de una mirada que añora tardes de domingos. 

Sonrisas que visten cualquier tristeza de lunares, 
Suspiros que estremecen hasta el último palmo de este cuerpo.

Que soñar sea costumbre.
Que echar de menos no sea rutina

Recuerdo olvidado.

A veces me olvido de olvidar y empiezo a recordar. 
A veces los recuerdos están hechos de trozos de olvido.

Olvidos forzados por el tormento que provocan los recuerdos en un corazón olvidado
que sobrevive gracias a recuerdos fugaces de momentos que han caído en el olvido.

A veces, solo a veces, me olvido de que ya simplemente eres un recuerdo.
A veces, solo a veces, recuerdo que ya simplemente eres parte del olvido.

Tic tac.

Como una simple página en medio de un libro, como una nota sin más dentro de una canción, como esa figurita que decora tu salón y el domingo de limpieza guardas en un cajón para no ver más la luz. Quizás mis ojos vieron como un viaje de ilusión lo que realmente era una caminata con los pasos contados. Quizás sea esa ilusión por todo lo que me hace que mantenga mi convencimiento de que en cualquier momento todo puede dar un giro de 360º, que un día cualquiera, a una hora vulgar y en un lugar inesperado todas aquellas piedras que han ido pisando mis pies se conviertan en un castillo de color, en un sitio de ilusión donde la mayor preocupación sea batir el record de sonrisas.